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La crisis irreversible del PRO y la dispersión de la centroizquierda: el Gobierno aprovecha el desgaste político

Mientras el PRO se desmorona tras veinte años de hegemonía y la oferta moderada no logra consolidarse, el oficialismo encuentra una bocanada de aire en un escenario fragmentado y convulsionado. La alianza con Milei, el desgaste de Macri y la incertidumbre electoral marcan un nuevo capítulo en la política argentina.

  • 10/08/2025 • 08:48

TAPA DEL DÍA

El PRO, partido que dominó la escena política argentina durante dos décadas, enfrenta hoy una crisis profunda y terminal. La alianza estratégica con la fuerza libertaria de Karina Milei tiñó de violeta a la emblemática camiseta amarilla, desplazando a Mauricio Macri y fragmentando a la dirigencia tradicional. Este fenómeno recuerda el antecedente histórico de Eduardo Duhalde, quien tras una derrota contundente en 2005 decidió retirarse de la política activa.

Internamente, la cúpula del PRO se encuentra dividida y dispersa, con figuras que se alejan para construir proyectos personales. El ex presidente Macri, que intentó evitar el destino de Duhalde, cedió terreno en la mesa de negociaciones y permitió que la “casa matriz” del partido ponga en riesgo su continuidad para el año 2027. Mientras tanto, dirigentes como Diego Santilli se identifican claramente con el nuevo color político, relegando el amarillo histórico a un segundo plano.

Las tensiones internas alcanzaron un punto crítico con discusiones entre Mauricio y Jorge Macri, en las que la fractura familiar se reflejó en la política partidaria. La influencia de referentes como Daniel Angelici ha intentado mediar en este escenario complejo, pero los desacuerdos persisten y la gobernabilidad local atraviesa dificultades inéditas para un partido acostumbrado a ejercer control parlamentario.

El fracaso electoral reciente, con el PRO sin poder ganar en ninguna comuna, profundizó la crisis y dejó en evidencia la pérdida de influencia ante la emergencia de La Libertad Avanza, que se posiciona como la fuerza dominante en la derecha y centroderecha nacional. Las internas no solo afectaron al partido amarillo sino también a la oferta moderada, que se presenta fragmentada y sin una propuesta convincente que logre atraer al electorado.

En el escenario bonaerense, el frente Somos, surgido para competir en las elecciones legislativas, pierde referentes antes de la campaña, y la dispersión de candidaturas refleja el desconcierto que atraviesa el espacio de centro. Figuras como Facundo Manes, Elisa Carrió y Ricardo López Murphy disputan la escena electoral sin lograr conformar un bloque sólido ni una alternativa clara frente a los extremos políticos.

En este marco, el Gobierno nacional se muestra activo para capitalizar la debilidad opositora y buscar oxígeno en un contexto difícil, marcado por derrotas legislativas y desafíos económicos que incluyen el impacto del desarme de instrumentos financieros y la suba de tasas. La gestión reconoce señales de agotamiento, pero mantiene la esperanza de relanzar su agenda luego de los comicios de septiembre y octubre.

En el plano social, los indicadores muestran un empeoramiento en el humor ciudadano y una caída en las expectativas, particularmente en el Gran Buenos Aires, donde la caída del consumo y el poder adquisitivo genera inquietud entre los intendentes. Sin embargo, persiste un sector que aún otorga al Gobierno un margen de confianza para revertir la situación.

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Opinión pública

Analistas coinciden en que la implosión del sistema político tradicional representa un punto de inflexión para Argentina. La debacle del PRO y la fragmentación de la oferta moderada abren una ventana para el oficialismo, pero también evidencian la urgente necesidad de reconstrucción y renovación de las fuerzas políticas. La capacidad del Gobierno para capitalizar este escenario dependerá en gran medida de su respuesta a las demandas económicas y sociales, así como de su habilidad para ofrecer certezas en medio de la volatilidad electoral.

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