Una herida invisible en Pergamino: los intentos de suicidio juvenil que nadie quiere ver Por Bruno Cardinale para TapaDelDía.com En Pergamino, hay chicos que intentan quitarse la vida. Lo hacen en silencio, entre cuatro paredes, o dejando señales que casi nadie sabe leer. Lo más grave no es que suceda: lo más grave es que no se hable. Durante las últimas semanas, distintos episodios vinculados a intentos de suicidio por parte de adolescentes y jóvenes encendieron una alarma en varios sectores: personal de salud, docentes, fuerzas de seguridad y vecinos que, en la intimidad, confiesan un dato estremecedor: esto está pasando y nadie quiere decirlo en voz alta. Un tema tabú, pero urgente No hay estadísticas públicas disponibles en el ámbito local. Y, tal vez, esa sea parte del problema. Lo que no se mide, no existe; y lo que no se nombra, no se resuelve. En Pergamino, hablar de suicidio parece estar prohibido. La palabra incomoda. Pero la realidad insiste. Y cada historia que se silencia es una oportunidad perdida de prevenir la próxima. Hay una herida emocional abierta entre los más jóvenes, que se agrava con el aislamiento, la presión social, el bullying, la falta de redes de apoyo. No se trata de culpa, se trata de responsabilidad Esta nota no busca señalar con el dedo a ninguna autoridad ni generar escándalos. Se trata de asumir colectivamente que Pergamino necesita hablar de salud mental con la seriedad que merece. Con información. Con recursos. Con espacios. Con empatía. ¿Qué pasa cuando un chico pide ayuda y no sabe a dónde ir? ¿Qué pasa cuando una familia no tiene acceso a contención profesional? ¿Qué herramientas tiene una escuela frente a un alumno en riesgo? Las respuestas, por ahora, son dolorosamente escasas. Y eso también habla de una deuda pendiente. Una propuesta para empezar a cambiar Como vecino de esta ciudad, y como alguien que no puede permanecer indiferente, propongo abrir este debate. La salud mental no puede seguir siendo un tema secundario. Tiene que estar en la agenda. Tiene que discutirse en las escuelas, en los medios, en los clubes, en el Concejo Deliberante, en las plazas, en las familias. Es hora de pensar un plan local de prevención del suicidio juvenil. No para después. Para ahora. Con una línea de ayuda gratuita. Con profesionales disponibles. Con campañas que lleguen a donde están los pibes. Una ciudad que no cuida a sus jóvenes es una ciudad que se está olvidando de su futuro. Una invitación a no callar Este texto es una invitación. A las instituciones. A los funcionarios. A los profesionales. A los medios. A la sociedad toda. Hablemos del tema. Pongámosle nombre. Miremos a los ojos a esta realidad que nos duele. Y hagamos algo. No tenemos tiempo que perder. Porque cada historia que no se escucha a tiempo, puede ser una vida que no se salva. Escribí esta nota porque creo que hablar también puede salvar. Porque creo que el silencio puede matar. Y porque estoy convencido de que Pergamino está preparada para afrontar esta realidad con humanidad y responsabilidad. Bruno Cardinale Publicado en TapaDelDía.com