Pergamino. El 14 de noviembre de 2009, la familia Pomar salió desde su casa en José Mármol con destino a Pergamino para visitar a parientes. Fernando (40), Gabriela (36) y sus hijas Candelaria (6) y Pilar (3) jamás llegaron a destino. Lo que comenzó como un viaje familiar se transformó en un misterio que durante casi un mes mantuvo en vilo al país entero. La desaparición abrió un abanico de hipótesis: ¿se trataba de un secuestro? ¿Un asesinato? ¿Un accidente en medio del camino? La policía desplegó rastrillajes por rutas, campos y ciudades, pero sin resultados. Las teorías crecían al ritmo de la incertidumbre, y el caso se convirtió en un verdadero enigma nacional. El 8 de diciembre, tras 24 días de angustia, la verdad se reveló de la forma más dolorosa: el vehículo había salido de la Ruta 31, volcado y quedado oculto entre los pastizales, a escasos metros del camino. Dentro estaban los cuerpos de la familia, sin vida, desde el mismo día en que habían partido. La investigación posterior dejó al descubierto errores policiales de magnitud. La zona nunca fue revisada con la profundidad necesaria, se instalaron hipótesis descabelladas y la posibilidad de un accidente fue descartada demasiado rápido. La negligencia en el operativo de búsqueda quedó grabada como una mancha en la historia reciente de la seguridad bonaerense. El caso Pomar no solo significó una tragedia irreparable para sus allegados, sino que también se convirtió en un símbolo de cómo la desorganización y la falta de rigor en las investigaciones pueden agravar el dolor de una sociedad. Una pesadilla que, 24 días después, terminó con la peor de las certezas. Redacción del Grupo de Medios Infopba