TAPA DEL DÍA El 5 de septiembre de 1975, Sui Generis se despedía de su público con dos conciertos consecutivos en el Luna Park, en un evento que reunió a 26.000 personas y que marcó un antes y un después en la historia del rock argentino. La disolución del dúo de Charly García y Nito Mestre estuvo rodeada de secretos, tensiones y un contexto de censura que amenazaba cada paso de la banda. Jorge Álvarez, productor incansable y figura clave del rock local, intentó disuadir a García y Mestre de la separación. Nada funcionó: Charly tomó la decisión de seguir caminos distintos, mientras Nito ya había mostrado desinterés por continuar. Álvarez propuso un final apoteótico: recitales en el Luna Park, disco doble y película, algo inédito en la música argentina de la época. El grupo enfrentaba varios desafíos. El tercer disco no había tenido la repercusión de los anteriores, la censura limitaba su libertad creativa y las relaciones internas comenzaban a tensarse. Sin embargo, la preparación de los shows los volvió a unir momentáneamente. Las entradas se agotaron rápidamente, y el histórico estadio que Tito Lectoure había cerrado al rock años atrás abrió sus puertas gracias a la perseverancia de Álvarez. La noche anterior al concierto, Nito se alojó en un hotel frente al Luna Park y descubrió que centenares de jóvenes ya esperaban afuera. Charly, según la leyenda, consumió 27 porros antes de salir al escenario. A pesar de los temores de censura, tocaron un repertorio que incluyó todos sus grandes éxitos y algunas canciones inéditas que formarían parte de futuros proyectos solistas. Los recitales se realizaron sin incidentes, con una transición impecable entre funciones y un público entregado que llenó el Luna Park. La banda cerró la primera función con palabras de Charly: “Por favor, no rompan nada”, recordando los incidentes de recitales pasados y asegurando una jornada histórica y ordenada. Tras los conciertos, la despedida continuó con la producción de un disco doble y una película dirigida por Bebe Kamin, con la participación de Leopoldo Torre Nilsson y Raymundo Gleyzer. La película, prohibida para menores de 18 años, se convirtió con el tiempo en un clásico de las funciones de medianoche y documenta la intensidad de aquel final. El “Adiós Sui Generis” no solo significó la culminación de tres años de música revolucionaria, sino que también consolidó nuevos estándares para la industria musical argentina, anticipando la explotación de diferentes formatos y productos alrededor de una banda en su etapa de cierre. A 50 años, la leyenda de aquellos shows sigue viva, y el eco de las últimas palabras de Charly resuena en la memoria del rock nacional: “Bueno, yo me despido ahora. Chau, chau, chau loco…” El impacto de aquel evento aún se percibe: transformó la percepción de los medios hacia el rock y consolidó a Sui Generis como un referente indiscutido. Para la historia, fue una despedida que trascendió la música y se convirtió en cultura. Opinión pública: Muchos historiadores y músicos consideran que aquellos recitales sentaron las bases del rock argentino moderno, demostrando que la música podía ser un acto de resistencia, creatividad y organización masiva. La valentía de Charly y Nito ante la censura y la presión económica sigue inspirando a nuevas generaciones de artistas. TAPA DEL DÍA