TAPA DEL DÍA El caso de Gala, de 14 años, refleja la magnitud de una situación que atraviesa a toda Argentina. Un episodio de descontrol frente a un simple grito de su hermano menor derivó en un ingreso de urgencia a la guardia de un sanatorio, tras semanas de búsqueda infructuosa de un especialista. La joven estuvo internada 48 horas, mientras sus padres luchaban por conseguir un turno con un psiquiatra infantojuvenil. El déficit de profesionales es crítico: solo existen 454 psiquiatras infantojuveniles activos en todo el país, lo que representa cuatro especialistas cada 100.000 niños y adolescentes. Las diferencias territoriales son profundas: la ciudad de Buenos Aires concentra la mayor disponibilidad, mientras seis provincias no cuentan con ningún especialista en la materia. “Yo tengo que rechazar unos diez pedidos por semana. Son solicitudes desesperadas”, explica la doctora Andrea Abadi, responsable del departamento de Psiquiatría Infanto Juvenil de Ineco. La falta de turnos y de internaciones especializadas obliga a los profesionales a buscar soluciones alternativas, incluyendo la formación urgente de psiquiatras generales en farmacología infantil y consultas a distancia para pacientes de provincias con ausencia de especialistas. En la ciudad de Buenos Aires, solo dos hospitales públicos cuentan con salas específicas para internaciones pediátricas de salud mental: Tobar García y Torcuato de Alvear. “Hoy estamos desbordados”, reconoce Javier Indart, director del hospital Elizalde. La demanda se ha multiplicado desde la pandemia, pasando de 139 emergencias por año en 2019 a más de 360 al año actualmente, con episodios que incluyen intentos de suicidio, trastornos alimentarios y desregulación emocional en pacientes con diagnóstico previo. www.tapadeldia.com Profesionales como Marina Manzione y Andrea Spinosa destacan la necesidad de dispositivos de contención familiar y apoyo escolar ante la imposibilidad de acceder rápidamente a un especialista. “Antes de la pandemia recibíamos tres llamados diarios; ahora son todos los días”, asegura Spinosa. La combinación de cuadros autolesivos tempranos, acceso limitado a atención especializada y la exposición a pantallas desde edades muy tempranas crea un escenario crítico que las familias no pueden manejar solas. Según Juana Poulisis, psiquiatra especializada en trastornos de la alimentación, “los adolescentes están explotando y la crisis contrasta con la poca cantidad de especialistas. Muchos chicos que hoy están en crisis eran niños durante la pandemia, y su cerebro se fue estructurando con la necesidad de recompensas inmediatas a través de pantallas”. La escasez de profesionales y la demanda creciente generan un efecto en cadena: los pacientes terminan en internaciones breves, medicación intensiva y largas esperas para seguimiento. Eduardo Bunge, psicólogo e investigador en terapia infantil, apunta que herramientas como la inteligencia artificial pueden asistir a los padres, pero solo en combinación con terapia tradicional. “La salud mental de niños y adolescentes está en crisis. Cada episodio no atendido a tiempo puede derivar en consecuencias graves, incluso riesgos de vida. Se requiere un esfuerzo conjunto de profesionales, familias y el sistema de salud para revertir esta situación”, concluye Bunge. TAPA DEL DÍA: www.tapadeldia.com