TAPA DEL DÍA La delgadez extrema ha encontrado un nuevo escenario: TikTok. La tendencia conocida como “SkinnyTok” se ha popularizado entre adolescentes mediante videos virales que presentan dietas ultraligeras, rutinas de ejercicio intensas y revisiones constantes del cuerpo, reforzadas por algoritmos que priorizan la exposición a este tipo de contenidos. Históricamente, la delgadez ha sido asociada con la perfección y el éxito, desde las flappers de los años 20 hasta el movimiento heroin chic de los 90. Aunque el auge del body positive intentó revertir estos estándares, la digitalización de las redes sociales ha dado lugar a un fenómeno que combina presión social, refuerzos dopaminérgicos y validación constante. La psicóloga Vania Marquina explica que los adolescentes quedan atrapados en bucles de recompensa: cada “me gusta” o comentario refuerza la conducta y perpetúa la obsesión por la delgadez, mientras que el sesgo de confirmación hace que solo se busque contenido que valide la idea de que ser extremadamente delgado es deseable. Videos de “what I eat in a day”, transformaciones físicas, body checks y retos de antes y después se han convertido en herramientas de difusión de hábitos peligrosos. Los especialistas advierten que la exposición prolongada puede generar insatisfacción corporal, ansiedad, depresión y trastornos de la conducta alimentaria (TCA) como anorexia y bulimia, especialmente en adolescentes. Maite Díaz, docente de psicología, señala que el fenómeno de SkinnyTok es una versión digitalizada de antiguas comunidades pro-ana y pro-mia. La diferencia actual radica en la magnitud y la accesibilidad: los algoritmos de TikTok muestran contenido de forma casi automática, amplificando las presiones sociales y culturales preexistentes. El impacto psicológico es profundo. Liliana Tuñoque, psicoterapeuta, afirma que la comparación constante y la obsesión por las cifras —peso, calorías, tallas— conduce a conductas de riesgo y desconexión con las señales del propio cuerpo. La OMS advierte que uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años presenta algún trastorno mental, y los TCA figuran entre las principales causas de discapacidad en esta etapa. El límite entre cuidado saludable y obsesión no siempre es evidente. Kate Eshleman, psicóloga infantil, indica que la meta debe centrarse en bienestar integral, no en cifras. Cuando el cuerpo se convierte en medida de valor personal, surgen ansiedad, frustración y riesgos graves para la salud mental. Expertos recomiendan transformar las redes en aliadas: seguir cuentas que promuevan diversidad corporal, autocuidado y contenido basado en evidencia. Identificar señales de alarma en adolescentes —aislamiento, obsesión por el peso, búsqueda de hashtags como #thinspo o #ana— permite una intervención temprana. “Hablemos con los adolescentes desde la curiosidad, no desde la prohibición. Preguntar cómo se sienten frente a lo que ven en redes ayuda a prevenir riesgos y a promover hábitos saludables”, concluye Maite Díaz. Construir una relación sana con el cuerpo y con las redes requiere pasos concretos: cuidar el contenido consumido, poner límites de tiempo, elegir actividad física placentera y buscar ayuda profesional cuando sea necesario. Como enfatiza Tuñoque: el valor de una persona nunca se mide en kilos. La prevención y la educación en salud mental son la clave para transformar las plataformas digitales en un recurso de bienestar. TAPA DEL DÍA La preocupación por SkinnyTok refleja un debate más amplio: la responsabilidad de las plataformas y la necesidad de educación digital. El impacto de estas tendencias en la salud mental adolescente exige atención inmediata de padres, educadores y autoridades, pues cada interacción viral puede ser un disparador para conductas peligrosas.