Redacción del Diario Tapa Del Día — La adolescencia, etapa clave en la construcción de la identidad y la autonomía, puede convertirse en un verdadero laberinto cuando el sostén emocional y los vínculos familiares fallan. Un nuevo informe clínico publicado por la revista científica Aperturas Psicoanalíticas desnuda la complejidad del fenómeno depresivo en adolescentes con cuadros severos. Lo hace desde una perspectiva rigurosa, profunda y humana. El trabajo firmado por las psicólogas Ángeles Castro Masó y Ana López Fuentetaja se titula “Manifestaciones depresivas en el adolescente grave” y analiza las distintas formas en que el sufrimiento psíquico se manifiesta en esta franja etaria. TAPA DEL DÍA accedió al documento completo y sintetiza aquí sus principales conclusiones para evitar interpretaciones livianas o lecturas simplistas. Un dolor que viene de lejos Las autoras sostienen que la adolescencia reedita muchas vivencias de la infancia. Por eso, para comprender al adolescente actual, es imprescindible conocer al niño que fue. El apego temprano, el modo en que los padres reflejaron (o no) sus emociones, y la calidad del vínculo familiar son elementos que determinan su salud psíquica futura. La investigación señala que todo adolescente debe transitar por pérdidas simbólicas y duelos internos para diferenciarse de sus padres y construir su identidad. Pero si el sostén emocional no fue suficiente en etapas anteriores, ese proceso puede desbordarse y derivar en cuadros depresivos severos, donde la pulsión de muerte se activa ante la imposibilidad de simbolizar el dolor. ¿Qué es un adolescente grave? Lejos de definirlo por la “intensidad” de sus síntomas, las autoras explican que el adolescente grave es aquel que no cuenta con los recursos psíquicos ni vinculares suficientes para atravesar su crisis evolutiva. Esto se traduce en impulsividad, autolesiones, relaciones conflictivas, consumo, riesgo suicida y una profunda desorganización interna. Uno de los conceptos centrales del estudio es el de “depresión estructurante”: un dolor necesario que permite crecer y simbolizar. Cuando ese proceso falla, aparece una depresión patológica que no construye, sino que destruye. Y cuando no hay otro que funcione como sostén simbólico, el adolescente puede quedarse atrapado en un vacío emocional del que no puede salir. Identidad y narcisismo en crisis Otro eje fundamental del informe es la noción de identidad. En el adolescente grave, la imagen de sí mismo aparece fragmentada, con representaciones contradictorias, sin integración. La falta de un yo coherente y de una narrativa personal sólida deja al joven vulnerable frente a la angustia. Ese vacío identitario se vincula con un narcisismo herido. Cuando el adolescente no ha sido visto, reconocido o contenido en etapas tempranas, busca desesperadamente reparar esa herida. A veces lo hace a través de la hiperadaptación, otras mediante el rechazo, la violencia, el consumo o las autolesiones. Pero el trasfondo siempre es el mismo: un intento de sostenerse frente a la amenaza de desintegración. La familia como espejo roto El estudio dedica un extenso apartado a la función familiar. Allí se advierte que la falta de límites claros, la sobreprotección o la negligencia emocional pueden impedir que el adolescente internalice normas, distinga lo real de lo fantasioso y construya vínculos saludables. Los padres frágiles, narcisistas o ausentes, lejos de funcionar como modelos, proyectan su propia angustia en los hijos. En muchos casos, se observa una simbiosis destructiva, donde el adolescente no logra separarse de la figura materna o paterna, y queda atrapado en un circuito de bronca, culpa y dependencia emocional. Casos clínicos que estremecen El trabajo incluye viñetas clínicas que ilustran con crudeza los modos en que estos procesos se encarnan. Como el caso de Sonia, una adolescente con historial de anorexia, autolesiones, intentos de suicidio, consumo y vínculos sexuales dañinos. Su relato refleja la ausencia de límites, la idealización del padre ausente y una relación con su madre atravesada por la violencia simbólica y el odio afectivo. Sonia confiesa: “Lo hago para que mi mamá sufra”. Su cuerpo se convierte en campo de batalla, en medio de una búsqueda desesperada de sentido y pertenencia. El caso permite comprender cómo el dolor no simbolizado se actúa, se representa en lo corporal y termina alejando más que acercando al objeto de amor. Áreas de impacto y síntomas a observar La depresión grave en adolescentes impacta en múltiples áreas: Afectos: desregulación emocional, sentimientos de vacío, rabia o culpa exacerbada. Conducta: autolesiones, pasividad, consumo, fuga de casa, promiscuidad o hiperactividad. Cognición: inhibición del pensamiento, confusión, mutismo o lenguaje disociado. Relaciones: vínculos tóxicos, aislamiento, demandas compulsivas de atención o violencia vincular. Cuerpo: rechazo a la imagen corporal, trastornos alimentarios, cortes o tentativas suicidas. Intervención psicoterapéutica: una esperanza Las autoras subrayan que no todo está perdido. Incluso en los casos más graves, la terapia puede abrir caminos si logra establecer un vínculo genuino, confiable y estable con el adolescente. La función del terapeuta no es solo escuchar, sino convertirse en ese otro capaz de contener, sostener y dar sentido a lo que el joven no puede nombrar. Sin embargo, la tarea no es sencilla. Muchos adolescentes no toleran el vínculo, proyectan en el terapeuta figuras persecutorias o lo viven como una amenaza a su frágil equilibrio. Allí es donde el conocimiento clínico profundo y la sensibilidad humana hacen la diferencia. Conclusión: una sociedad que escuche Desde TAPA DEL DÍA creemos que este trabajo debe ser leído por educadores, psicólogos, padres y funcionarios públicos. El sufrimiento adolescente no siempre grita: muchas veces se esconde en una sonrisa fingida o en una habitación cerrada. Por eso es fundamental comprender, acompañar y no juzgar. El informe completo puede encontrarse en la publicación científica de la Sociedad Forum de Psicoterapia Psicoanalítica, pero aquí intentamos que no haga falta leerlo: porque entender al adolescente grave es también una forma de prevenir y cuidar. Para más información y artículos sobre salud mental, visitá www.tapadeldia.com.