TAPA DEL DÍA En el escenario previo a las elecciones de octubre, la administración de Javier Milei debe lidiar con un obstáculo que va más allá de los respaldos internacionales o los movimientos del mercado financiero: la percepción ciudadana sobre la economía real. Según recientes informes del Indec, la actividad comercial e industrial mantiene un amesetamiento que podría condicionar el voto. La Encuesta de Tendencia de Negocios a supermercados y autoservicios mayoristas reveló que el 68,1% de los comercios espera que su situación permanezca sin cambios en los próximos tres meses, mientras que solo un 11,1% anticipa mejoras. La demanda insuficiente, mencionada por más de la mitad de los encuestados, y el financiamiento limitado son los principales frenos al crecimiento. En paralelo, el Indicador de Confianza Empresarial (ICE) en este sector alcanzó -9,3, el nivel más bajo desde el primer cuatrimestre de 2024. Datos de consumo masivo confirmaron la tendencia: pese a un crecimiento interanual del 4% en algunos segmentos, supermercados y mayoristas registraron caídas significativas de -5,1% y -8,1%. En la industria manufacturera, la situación es aún más crítica. El ICE para el sector se desplomó a -21, con la mitad de las empresas declarando niveles de pedidos por debajo de lo normal. La demanda interna insuficiente, junto a la incertidumbre económica, limita la capacidad de producción. Expectativas para los próximos tres meses muestran que más del 60% de las empresas no prevé cambios en su actividad, y alrededor del 23% espera una caída. El panorama se completa con los datos de la Unión Industrial Argentina (UIA), que informó un retroceso de la actividad industrial cercano al -3% interanual en agosto, con sectores como construcción, metalmecánica y producción automotriz sufriendo retrocesos significativos. El Gobierno, con un respaldo político inédito del exterior, ha comenzado a estabilizar el tipo de cambio y a ordenar variables financieras. Sin embargo, Milei se enfrenta a un desafío directo en la percepción del votante: transmitir la idea de que la economía puede mejorar y que la situación real del bolsillo y la actividad será diferente después de las elecciones. Opinión pública: Especialistas en comportamiento electoral coinciden en que, en escenarios de amesetamiento económico, la narrativa de crecimiento futuro se vuelve determinante. La percepción de estabilidad y confianza puede inclinar la balanza más que los datos macroeconómicos, sobre todo cuando la población encara la votación con la preocupación cotidiana de precios y empleo. TAPA DEL DÍA