Luego de una semana políticamente adversa para el oficialismo, el Gobierno nacional decidió demorar la firma de los vetos a las leyes que aprobó el Senado. La Casa Rosada apunta a utilizar el tiempo legal disponible para reconfigurar su estrategia legislativa y recomponer puentes con los gobernadores, en busca de una mayoría que respalde la postura presidencial. Las leyes en cuestión —el aumento jubilatorio, la moratoria previsional y la declaración de emergencia en discapacidad— fueron sancionadas en medio de fuertes tensiones con el Congreso. Mientras tanto, el presidente Javier Milei insiste en defender el equilibrio fiscal: “La política del superávit es permanente”, afirmó días atrás. A pesar de ello, el Poder Ejecutivo aún no definió si utilizará el veto explícito o intentará judicializar la sesión parlamentaria para invalidar su contenido. Más allá del debate jurídico, el objetivo político es claro: ganar tiempo. El oficialismo cree tener más chances en la Cámara de Diputados, donde posee mayor representación y un terreno más propicio para tejer acuerdos o, al menos, forzar abstenciones clave. “Vamos a tratar de sostener el veto, nos tenemos fe”, deslizó una fuente cercana al Presidente. En este marco, todas las miradas se posan sobre un evento social de alto perfil: el cóctel inaugural de la Exposición Rural. Por primera vez, se invitó a los 23 gobernadores y al jefe de Gobierno porteño. Aunque aún no hay confirmaciones oficiales, el evento podría ser el escenario para un diálogo informal entre Nación y las provincias, una instancia que el oficialismo ve como una oportunidad para bajar tensiones sin convocar a una cumbre formal. Los principales operadores del Gobierno en esta etapa serán el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vice del Interior, Lisandro Catalán; y el presidente de Diputados, Martín Menem. También juega un papel el asesor presidencial Santiago Caputo, aunque su relación con algunos sectores está tensionada. Las divisiones internas entre el espacio de Caputo y el de los Menem añaden complejidad a las negociaciones con las provincias. En paralelo, La Libertad Avanza trabaja sobre los votos necesarios para sostener el veto. El oficialismo no necesita repetir los 87 apoyos obtenidos anteriormente: alcanzar entre 75 y 80 podría ser suficiente si se aseguran ciertas ausencias o abstenciones estratégicas. Provincias como San Juan y Tucumán, cuyos gobernadores mantienen vínculos variables con la Casa Rosada, podrían ser claves en la balanza. El PRO, por su parte, mantiene posiciones divididas. María Eugenia Vidal adelantó su rechazo a la moratoria, pero evitó pronunciarse sobre el resto de las iniciativas. Su mensaje fue interpretado como una advertencia del expresidente Mauricio Macri hacia la Casa Rosada, evidenciando la fragilidad de la alianza entre libertarios y macristas en vísperas del cierre de listas bonaerenses. En este contexto, el presidente Milei recibirá el martes a la Mesa de Enlace en Casa Rosada. Será una reunión de agenda abierta, aunque los dirigentes del campo anticiparon que plantearán temas sensibles como las retenciones, el rol del INTA y la política sanitaria patagónica. El evento, que antecede a la Expo Rural, se percibe como un gesto de distensión hacia uno de los sectores más emblemáticos de su base social. Mientras tanto, el clima político sigue marcado por una dualidad: por un lado, la retórica de confrontación que sostiene el núcleo duro del Gobierno; por el otro, la necesidad de construir acuerdos para garantizar la gobernabilidad. Esta tensión, que atraviesa cada decisión de la administración libertaria, define el rumbo incierto de la actual etapa. Redacción del Diario TAPA DEL DÍA Opinión pública: La demora en los vetos no solo responde a una jugada táctica. Expone también la tensión entre el discurso ideológico del Gobierno y la realidad del sistema político argentino, donde ningún proyecto prospera sin consensos. Si Milei logra negociar sin ceder su esencia, podría consolidar su liderazgo. Pero si persiste la lógica del todo o nada, el margen de maniobra se acorta.