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Camas separadas, descanso asegurado: el cambio silencioso que transforma la vida de miles de parejas en Argentina

Más de la mitad de los argentinos duerme mal. En este contexto, muchas parejas deciden dormir por separado para mejorar su calidad de vida. Los especialistas aseguran que no es un fracaso del vínculo, sino una decisión saludable que puede reforzar el bienestar individual y en pareja.

  • 27/07/2025 • 08:42

TAPA DEL DÍA

Dormir entre seis y ocho horas ya no garantiza un descanso reparador. Así lo revela un estudio reciente que detectó que, pese a dormir las horas “correctas”, más del 55% de los argentinos siente que no logra descansar bien. Y en ese escenario, una práctica crece silenciosamente: dormir en camas separadas.

La tendencia, antes vista como un signo de distanciamiento, hoy aparece como una estrategia de autocuidado. Según investigaciones realizadas por marcas líderes en descanso y entidades médicas, entre el 70% y el 80% de los factores que deterioran el sueño están relacionados con el entorno físico. Ruido, temperatura, estrés y, cada vez más frecuente, la incomodidad de compartir la cama con alguien que ronca o tiene un ritmo diferente.

“Compartir la cama puede afectar el descanso si uno de los integrantes presenta patologías como ronquidos o apnea del sueño”, explica Sebastián López, médico otorrinolaringólogo del Hospital Italiano de Buenos Aires. También señala que cuando hay diferencias en los horarios biológicos —uno madrugador, otro trasnochador—, el descanso conjunto puede volverse imposible.

El fenómeno no es solo local. En 2023, la Academia Americana del Sueño respaldó con evidencia científica que dormir en habitaciones separadas mejora la calidad del descanso. Según López, esta tendencia es adoptada especialmente por millennials, que priorizan el rendimiento y el bienestar físico. “Las generaciones mayores tienden a sostener la cama compartida por razones emocionales, pero no siempre eso favorece el sueño”, agrega.

Facundo Nogueira, jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas, admite que el contacto físico con la pareja puede ser beneficioso si no hay interrupciones. “La oxitocina liberada en el contacto piel con piel favorece la relajación y el descanso, pero eso se pierde si hay ronquidos, movimientos o insomnio en uno de los dos”, señaló.

Para Nogueira, dormir en pareja también puede ayudar a detectar problemas clínicos como la apnea del sueño, gracias a la observación del otro. Sin embargo, advierte: “Si no logramos reducir el estrés y la ansiedad durante el día, difícilmente descansemos bien a la noche. Y si no dormimos, tampoco funcionamos bien durante el día”.

Los especialistas coinciden: el descanso no depende solo de la cama, sino del estilo de vida. Malos hábitos como cenas tardías, actividad física intensa por la noche, consumo de cafeína o exposición a pantallas son enemigos silenciosos del buen dormir.

El entorno también importa. Dormitorios mal ventilados, colchones en mal estado o temperaturas elevadas inciden en la calidad del sueño. “El cuarto debe ser oscuro, silencioso, con una temperatura ideal entre 18 y 20 grados y una cama cómoda”, detalla López.

Ante estas evidencias, dormir separados no es un fracaso conyugal, sino una estrategia sanitaria. “Las personas con trastornos del sueño o ritmos circadianos distintos encuentran beneficios concretos en descansar individualmente”, agrega López. Y lo resume con contundencia: “Dormir bien es invertir en calidad de vida”.

Por eso, más allá del romanticismo, lo que está en juego es la salud física y emocional. “Uno duerme como vive y vive como duerme”, resume Nogueira. Y en una sociedad que descansa cada vez menos, replantear el modo de dormir podría ser clave para recuperar el equilibrio.

Una opinión pública razonada:

En tiempos donde el estrés y la hiperconectividad erosionan el descanso, cuestionar costumbres arraigadas —como dormir en pareja sin excepciones— no debería ser tabú. Dormir separados puede ser, en muchas parejas, una decisión de amor: preservar el bienestar mutuo, evitar tensiones innecesarias y garantizar un descanso auténtico. Quizás sea tiempo de entender que la verdadera intimidad no siempre se mide por la cercanía física nocturna, sino por la empatía y la escucha.

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