TAPA DEL DÍA – Las interrupciones frecuentes del sueño durante la madrugada suelen estar asociadas a factores psicológicos como el estrés, la ansiedad y la depresión, además de hábitos perjudiciales como el uso excesivo de dispositivos electrónicos antes de acostarse. Estas interrupciones afectan tanto la salud mental como física, y su impacto se agrava cuando dificultan volver a dormir. Las fases superficiales del sueño aumentan con la edad, haciendo que los despertares nocturnos sean más frecuentes y prolongados, especialmente ante situaciones como el dolor o la preocupación. La doctora Myriam Monczor, psiquiatra especialista en sueño, explica que este fenómeno se conoce como “insomnio de mantenimiento” y puede tener consecuencias directas en el estado de ánimo y la concentración al día siguiente. El problema no solo reside en la cantidad de horas dormidas, sino en la calidad del sueño. Estudios internacionales, como el publicado en Health Data Science, han relacionado patrones de sueño fragmentado con más de 170 enfermedades distintas, lo que evidencia la profundidad del impacto en la salud pública. La neurología y la psiquiatría coinciden en que el estrés crónico altera el sistema neuroendocrino, produciendo un sueño fragmentado y despertares prematuros. La doctora Stella Maris Valiensi, experta en neurología, señala que estas alteraciones hormonales afectan la fase REM, que es clave para el descanso reparador. Por otro lado, la relación entre depresión e insomnio es bidireccional: no dormir bien puede predisponer a cuadros depresivos, y viceversa. Johns Hopkins Medicine destaca que quienes sufren insomnio tienen un riesgo diez veces mayor de desarrollar depresión, y el 75% de las personas con depresión presentan problemas para mantener el sueño. El uso de pantallas antes de dormir expone a la luz azul que inhibe la producción de melatonina, complicando la conciliación del sueño y aumentando los despertares nocturnos. Pensamientos negativos y preocupaciones también contribuyen a mantener el cerebro en estado de alerta, dificultando un descanso continuo. Además, existen causas médicas como la apnea del sueño o condiciones físicas que obligan a despertar durante la noche, como el reflujo o la necesidad de orinar con frecuencia. Estos factores también deben ser evaluados para un diagnóstico acertado. Para mejorar la calidad del sueño, las especialistas recomiendan: Mantener horarios regulares para acostarse y levantarse. Crear un ambiente propicio para dormir, con oscuridad y temperatura adecuada. Evitar comidas pesadas, cafeína y alcohol cerca de la hora de dormir. Limitar la exposición a pantallas en la noche. Practicar ejercicios físicos regulares, preferentemente durante el día. Realizar rutinas de relajación antes de acostarse y evitar automedicarse. TAPA DEL DÍA Opinión pública Esta información cobra especial relevancia en una época donde el estrés cotidiano y el uso constante de dispositivos electrónicos se han intensificado, impactando directamente en la calidad del sueño de gran parte de la población. Entender que despertarse varias veces por la noche no es solo un mal hábito, sino un síntoma con causas y consecuencias concretas, es clave para mejorar la salud pública. Adoptar hábitos saludables y buscar ayuda profesional en casos persistentes es una necesidad que muchos aún subestiman. TAPA DEL DÍA