Todos los lunes, antes de que amanezca, Gloria Cisneros enciende su moto en Taco Pozo y se interna durante más de dos horas por caminos de tierra del Impenetrable chaqueño. Su destino es la Escuela N.° 793 “Don Carlos Arnaldo Jaime”, en el paraje La Sara. Allí no solo da clases: dirige la institución, cuida a los chicos, administra recursos escasos y cumple un rol central como referente comunitario. Durante la semana vive en la escuela. Los viernes regresa a su hogar. El lunes siguiente, vuelve a empezar. Ese compromiso silencioso, sostenido durante años en uno de los territorios más postergados del país, acaba de recibir un reconocimiento internacional sin precedentes: Gloria Cisneros fue seleccionada entre los 50 finalistas del GEMS Education Global Teacher Prize 2026, elegido entre más de 5.000 postulaciones de 139 países. El galardón, considerado el “Nobel de la educación”, otorga un premio de un millón de dólares y es impulsado por la Fundación Varkey junto a la UNESCO. En un contexto marcado por la falta de agua potable, servicios básicos y atención médica cercana, Gloria logró transformar una escuela rural mínima en un verdadero centro de aprendizaje y desarrollo comunitario. Incorporó paneles solares, conectividad a internet y recursos tecnológicos, y puso en marcha metodologías innovadoras como el aprendizaje basado en la investigación, el uso pedagógico de herramientas digitales, la producción de libros escritos por los propios alumnos, un zoológico de aula y un “libro viajero” que conecta a los chicos con realidades culturales más amplias. Uno de los proyectos más reconocidos es “La biblioteca en mi casa”. A través de esta iniciativa, Gloria trabajó junto a las familias para construir una pequeña biblioteca en cada hogar de sus alumnos, garantizando que cada niño tenga libros disponibles más allá del aula. La experiencia fue destacada a nivel nacional como una buena práctica docente y es hoy un modelo replicable en contextos rurales. Además, recorrió uno por uno los parajes de la zona para escolarizar a todos los niños que estaban fuera del sistema educativo. Gracias a gestiones personales con organizaciones sociales y donantes, consiguió becas para sus 15 alumnos actuales y para otros 35 jóvenes de Taco Pozo, ampliando las oportunidades educativas más allá de su escuela. La historia personal de Gloria Cisneros está atravesada por la superación. Nacida en 1986 en una familia numerosa, creció entre el trabajo rural y la escasez. Su infancia estuvo marcada por las migraciones internas que imponían las cosechas de algodón y por una escolaridad fragmentada, sostenida a fuerza de esfuerzo y solidaridad. La adolescencia no fue más fácil: sin recursos para materiales básicos, encontró en algunos docentes gestos silenciosos que le permitieron seguir estudiando. La maternidad temprana y una experiencia límite con la salud de su hijo menor la llevaron a replantearse su futuro. Fue entonces cuando la educación apareció como una posibilidad real de cambio. Con enormes dificultades económicas, cursó el profesorado sin faltar a clases y aprobando todas las materias en el primer llamado. Se recibió en octubre de 2013 y, apenas dos días después, ya estaba frente a un aula. Sus primeros años como docente fueron duros. Trabajó con chicos atravesados por historias de dolor extremo y situaciones familiares complejas. Lejos de abandonar, decidió quedarse, conocer a las familias y reconstruir vínculos. Ese proceso culminó con un logro simbólico y profundo: cada alumno terminó el año escribiendo su propio libro, recuperando la palabra y la autoestima. En 2017 aceptó hacerse cargo de la escuela de La Sara. Cuando llegó, asistía un solo alumno. Hoy son 15 chicos de primero a séptimo grado que comparten un aula plurigrado y que se refieren a ella con una sola palabra cargada de sentido: “maestra”. No como título formal, sino como expresión de respeto y afecto. Su tarea excede largamente el horario escolar. Implementó un contraturno diario, recibe a niños de 3 a 5 años como oyentes para facilitar su alfabetización temprana y realiza visitas domiciliarias para acompañar a las familias. La escuela funciona con energía solar y conexión a internet, y sus alumnos sostienen buenos niveles de aprendizaje, participan en ferias de ciencias y continúan estudios superiores. En marzo de 2025, Gloria fue reconocida como Mujer Destacada del Año en la provincia del Chaco. También integra la selección de la Ruta para la Paz 2025 de la Universal Peace Federation. Su sueño a futuro es construir una residencia estudiantil que permita a los jóvenes rurales continuar sus estudios sin abandonar sus comunidades. Argentina cuenta con otro representante entre los 50 finalistas del Global Teacher Prize 2026: Miguel Alejandro Rodríguez, profesor de Educación Técnica en la ET N.° 3 María Sánchez de Thompson, en la Ciudad de Buenos Aires. Con más de 27 años de trayectoria, fundó el Club de Ciencias Cóndor, donde acompaña a jóvenes de distintos contextos en el desarrollo de soluciones tecnológicas de impacto social, muchas de ellas destinadas a comunidades rurales. En los próximos días, la nómina se reducirá a diez finalistas. El ganador será anunciado en la World Governments Summit, que se realizará en Dubái del 3 al 5 de febrero de 2026. Mientras tanto, la historia de Gloria Cisneros ya trasciende cualquier premio y posiciona a la educación argentina en la agenda internacional. Opinión pública En tiempos donde la educación suele reducirse a estadísticas y debates abstractos, la trayectoria de Gloria Cisneros recuerda una verdad esencial: las transformaciones más profundas comienzan en el aula y se sostienen con presencia, compromiso y coherencia. Reconocer estas historias no es un gesto simbólico; es una necesidad para pensar un país con futuro. TAPA DEL DÍA