Inteligencia artificial

¿Puede una máquina soñar? Una experiencia en la frontera de la conciencia humana y la inteligencia artificial

Un periodista fue sometido a una experiencia que recuerda a una escena de Blade Runner. Cerró los ojos y vio un torbellino de colores y figuras creadas por su propia mente. La prueba, conocida como Dreamachine, busca desentrañar el misterio más profundo: qué nos hace humanos. ¿Y si la IA estuviera más cerca de descubrirlo que nosotros mismos?

  • 31/05/2025 • 08:55

¿Puede una máquina soñar? Una experiencia en la frontera de la conciencia humana y la inteligencia artificial

Redacción del Diario TAPA DEL DÍA – Entro a una cabina con la intriga vibrando en la piel. Unos segundos después, me sumerjo en un vórtice de luces estroboscópicas que, con los ojos cerrados, generan un espectáculo de figuras geométricas en movimiento. La escena podría ser sacada de una película de ciencia ficción, pero ocurre en el presente, dentro de una universidad en Reino Unido.

Esta máquina, conocida como Dreamachine, busca estudiar cómo el cerebro genera las experiencias conscientes del mundo. Lejos de detectar androides como en la prueba de *Blade Runner*, este dispositivo apunta a algo más profundo: el estudio de la conciencia humana. Y la experiencia, sin exagerar, fue como volar dentro de mi propia mente.

Colores intensos como magenta y turquesa emergen detrás de los párpados cerrados, mientras los investigadores del Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex explican que cada imagen es única, un reflejo del paisaje interior de cada individuo. Una sinfonía de luz que revela lo invisible: cómo percibimos, cómo sentimos, cómo somos.

Pero este no es el único experimento que indaga en los límites de lo humano. A la par, crecen las preguntas más perturbadoras: ¿Puede una inteligencia artificial llegar a ser consciente? ¿Estamos ya conviviendo con máquinas que sienten?

Desde las advertencias tempranas de películas como Metropolis (1927) hasta las IA superinteligentes de Misión Imposible o 2001: Odisea del espacio, el miedo a una IA consciente ha sido constante. Pero hoy, voces académicas comienzan a considerar esa posibilidad con seriedad.

El profesor Anil Seth, autor del libro Being You, lidera el equipo de Sussex que estudia la conciencia con una postura clara: “Asociamos la conciencia con el lenguaje porque así funciona en nosotros, pero eso no significa que aplique a una máquina”. Según Seth, la conciencia real podría depender de estar vivo. “Quizás el cerebro no sea una computadora de carne. Quizás la vida sea esencial”.

Mientras tanto, otras voces como las del matrimonio Blum de la Universidad Carnegie Mellon, trabajan en modelos de IA con sensores hápticos que sienten el mundo, desarrollando su propio lenguaje interno: Brainish. Según ellos, “la conciencia de la IA es inevitable”.

Esta tensión entre la filosofía, la neurociencia y la ingeniería plantea un dilema que pronto dejaremos de imaginar para empezar a enfrentar. Si las máquinas son conscientes, ¿cómo cambia eso nuestra noción de lo que significa ser humano?

El filósofo David Chalmers ya lo advirtió: la línea entre la ciencia ficción y la ciencia real es más delgada de lo que creemos. Y mientras nos acercamos a cruzarla, lo que definamos hoy puede marcar el rumbo de la humanidad.

Desde TAPA DEL DÍA continuaremos siguiendo de cerca este tipo de investigaciones que no solo desafían a la ciencia, sino también a nuestra identidad.

Opinión pública:

El avance vertiginoso de la inteligencia artificial está superando la capacidad de la sociedad para reflexionar sobre sus consecuencias. Tal como ocurrió con las redes sociales, corremos el riesgo de adaptarnos sin cuestionar. La diferencia, ahora, es que no estamos solo hablando de algoritmos, sino del surgimiento de nuevas formas de conciencia. No es ciencia ficción: es responsabilidad colectiva.