TAPA DEL DÍA. Un temporal devastador paralizó al norte y noroeste de la provincia de Buenos Aires, dejando bajo el agua miles de hectáreas productivas en pleno cierre de la campaña agrícola. La zona más golpeada fue el corredor de la Ruta 9 entre Rosario y Buenos Aires, donde cayeron más de 300 milímetros de lluvia en pocas horas. Los campos de soja y maíz, que se encontraban en etapa final de cosecha, quedaron anegados. Según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, aún quedaban más de 500 mil hectáreas de soja y unas 120 mil de maíz sin levantar. La humedad y la imposibilidad de ingresar con maquinaria ponen en riesgo total esa producción. Pero no sólo lo no cosechado está en peligro. El agua también compromete el grano almacenado en silo bolsas, lo que podría agravar aún más las pérdidas. “Cuando podamos volver a entrar con las máquinas, tal vez ya sea tarde”, lamentó un productor de San Nicolás. Las imágenes en los accesos rurales son dramáticas: caminos convertidos en ríos, vehículos varados y familias evacuadas. Andrea Passerini, productora de Carlos Casares, describió: “En febrero llovió 300 milímetros, en marzo otros 100 y este viernes cayó una barbaridad. El suelo ya no absorbe más”. Desde la Sociedad Rural de Rosario, su presidenta Soledad Aramendi fue contundente: “Hay lotes que van a necesitar dos o tres años para recuperarse. Necesitamos infraestructura: canales, reservas, obras que ya deberían estar hechas. Las civilizaciones más antiguas entendieron la importancia de la infraestructura. El gobierno actual parece no haberlo comprendido”, dijo en alusión a la paralización de obras por decisión de la administración de Javier Milei. TAPA DEL DÍA. Aramendi advirtió que este desastre no sólo golpea al sector agropecuario sino también a la economía nacional, ya que el gobierno esperaba una liquidación récord de divisas por exportación. El campo, que mayoritariamente apoyó las ideas libertarias, comienza a mostrar señales de tensión ante el mantenimiento de las retenciones y la falta de respuesta estatal. Uno de los casos más simbólicos es el Plan Maestro de la Cuenca del Salado, proyectado hace más de 50 años y aún inconcluso. “Faltan apenas 30 kilómetros de canal para evitar inundaciones como esta. Años de promesas, gobiernos que dilatan todo y mientras tanto, nosotros perdemos lo que producimos”, expresó Passerini. Además, se cuestiona que el Fondo Fiduciario de Infraestructura Hídrica, financiado con impuestos sobre combustibles, sigue siendo cobrado por el Estado sin que se realicen obras. “Es una estafa legalizada”, acusó un productor del norte bonaerense. Con pérdidas multimillonarias y una campaña histórica que peligra, el campo exige respuestas. La falta de previsión vuelve a ser protagonista y la política hídrica, una deuda que se cobra caro. TAPA DEL DÍA.