El expresidente Mauricio Macri dio un paso al costado en la estrategia electoral de su espacio en la provincia de Buenos Aires. Lejos de los flashes y las conferencias de prensa, prefirió el silencio y el repliegue: desde Nueva York, donde participó de eventos vinculados a la FIFA, delegó por completo en Cristian Ritondo el entendimiento con La Libertad Avanza (LLA), el partido de Javier Milei. La decisión marcó un giro abrupto tras años de protagonismo, y encendió alertas dentro del PRO: ¿es el comienzo de una retirada silenciosa? El acuerdo entre el PRO y LLA se oficializó esta semana con un acto en el Hotel Libertador, donde Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro compartieron escena con Karina Milei y Sebastián Pareja. Mientras eso ocurría, Macri se mostraba en la Torre Trump junto a figuras del fútbol internacional. Fue, para muchos en su entorno, un gesto claro de resignación frente a un pacto inevitable. Tras la dura derrota en la Ciudad de Buenos Aires el 18 de mayo, Macri entendió que no había margen para explorar alternativas electorales moderadas. Sus intentos de construir una tercera vía junto a Emilio Monzó y sectores no kirchneristas se estrellaron contra la lógica de la polarización. “Había que elegir: o nos sumábamos, o quedábamos afuera”, confesó uno de sus colaboradores. No obstante, el exmandatario siguió de cerca cada detalle del acuerdo. Se preocupó especialmente por garantizar que el PRO tuviera representación legal en la alianza y por contener a los intendentes amarillos que temían quedar desplazados por los libertarios. La imposición de Karina Milei del color violeta, el nombre del frente y la simbología sin rastros del PRO no pasaron desapercibidas para Macri, que olfateó el riesgo de una posible fagocitación de su fuerza en territorio bonaerense. “Este es un acuerdo de supervivencia”, repiten en el entorno de Ritondo, donde aún agradecen la señal de respaldo que significó la participación remota de Macri. Sin embargo, en el interior del PRO ya circula otra lectura: la de un líder que comienza a correrse del centro de la escena, cansado, golpeado por los reveses electorales y en creciente disidencia con la conducción libertaria. Uno de los datos más elocuentes del distanciamiento fue su silencio ante la propuesta de Milei de nombrarlo “embajador de inversiones”. En el círculo íntimo de Macri interpretaron el gesto como un intento del Gobierno de recomponer puentes tras la derrota legislativa en el Senado, pero sin mayor sustancia. "No hay nada real ahí. Fue un gesto vacío", aseguran cerca suyo. La relación con su primo, Jorge Macri, atraviesa su punto más bajo. Casi no se hablan desde los cruces por la elección porteña. En el PRO temen que esa fractura termine por sellar el aislamiento de Mauricio dentro de la Ciudad, el distrito que históricamente supo dominar. Mientras tanto, figuras como Daniel Angelici intentan mediar en un vínculo que, por ahora, parece roto. Si bien desde su entorno niegan que Macri piense en abandonar la política, muchos ven signos de un repliegue programado. Se especula con que deje la presidencia del PRO antes de fin de año, allanando el camino para una conducción más técnica o corporativa. La idea de instalar una figura que actúe como CEO del partido no es nueva, pero ahora cobra fuerza. En paralelo, Macri ya habría descartado competir como senador por la Capital en octubre. "Juliana y Antonia me matan", bromea ante quienes le piden que se postule para salvar al PRO del avance libertario. Su negativa parece reafirmar la hipótesis de que comienza a despegarse de la escena electoral, sin hacer olas pero con pasos firmes. TAPA DEL DÍA - www.tapadeldia.com.