Por cada $100 que genera la renta agrícola, más de $63 se destinan al pago de impuestos, según el reciente informe del Índice FADA correspondiente a junio 2025, un récord que refleja la creciente presión fiscal sobre el sector, a pesar de la baja temporal en las retenciones a la exportación. La economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), Nicolle Pisani Claro, explicó que "para producir es necesario afrontar costos como semillas, fertilizantes, salarios, fletes y seguros. Tras la cosecha, el remanente luego de estos gastos se reparte entre los propietarios de la tierra (26,6%), las ganancias del productor (9,8%) y los impuestos (63,6%)". Este índice evidenció un aumento respecto a marzo 2025, pese a la reducción temporal de Derechos de Exportación (DEX), debido a la fuerte caída de los precios internacionales de los granos. En particular, el trigo exhibe una baja interanual del 28,2% en su cotización, y un descenso del 6% respecto al último trimestre. "La baja en los precios reduce la renta de los productores, pero los impuestos permanecen constantes, por lo que la presión fiscal relativa aumenta", añadió Pisani Claro durante su intervención en el programa radial Chacra Agro Continental. Para esta campaña, el índice de presión tributaria en trigo trepa al 78,2%, con un escenario poco alentador debido a la suba de insumos y la necesidad de que el precio local se acerque a los USD 220 por tonelada para equilibrar la rentabilidad, cuando actualmente se ubica en USD 200. El peso impositivo en otros cultivos clave también es significativo: soja (65,9%), maíz (53,4%) y girasol (63,2%). Se anticipa que con la finalización de la reducción temporal de retenciones para soja, maíz y girasol, estos índices podrían escalar aún más, alcanzando un promedio nacional del 67%. Respecto a la composición tributaria, el 63,8% de los impuestos que grava la actividad agrícola corresponde a tributos nacionales no coparticipables, que no regresan a las provincias. Los impuestos nacionales coparticipables constituyen un 28,4%, mientras que provinciales y municipales representan un 6,8% y 1%, respectivamente. La distribución del peso fiscal varía según la provincia: Entre Ríos lidera con un 69,1%, seguida por Córdoba (64%) y La Pampa (62%), mientras Buenos Aires presenta el índice más bajo entre las principales zonas agrícolas (59,7%). Las diferencias se explican por las particularidades impositivas locales, las estructuras productivas y los costos específicos de cada región. “Cada provincia enfrenta realidades distintas en cuanto a rendimientos, estructura de costos e impuestos, lo que explica la variabilidad en los resultados”, concluyó Pisani Claro. TAPA DEL DÍA – Esta noticia es un reflejo contundente del desafío que representa la presión fiscal para la sustentabilidad del sector agrícola argentino. La elevada carga impositiva en un contexto de precios deprimidos genera una señal de alerta para productores y responsables políticos, en un escenario donde la competitividad y la rentabilidad están en juego. Redacción del Diario Tapa Del Día